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Nuestra Historia

La Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores es una cofradía de la ciudad de Zaragoza fundada en 1522 por vecinos y comerciantes de la antigua calle Cedacería (luego Escuelas Pías y que actualmente forma parte de la Avenida César Augusto).

Esta fecha de fundación la atestigua el padre capuchino Juan Bautista de Murcia en su libro Patrocinio del Glorioso San Joaquín, y así consta en los archivos de la Hermandad:

"Reunidos los habitantes de la calle Cedacería, acudimos a la oración haciendo votos de dedicar al glorioso San Joaquín, a quien escogimos como Patrón, una capilla en acción de gracias, si el Señor por sus méritos, nos libraba de la peste que, por nuestros pecados, afligió a la ciudad de Zaragoza en el año 1522.  Habiéndonos visto libres todos los que hicimos este voto, comerciantes y mercaderes de dicha calle, auxiliamos a los enfermos de otras calles sin daño ni perjuicio alguno, y, agradecidos a tan singular beneficio, nos presentamos al Prior de Santo Domingo suplicándole nos diera lugar para construir una capilla al Santo y fundóse allí una Cofradía".

Libro de cuentas espirituales desde 1653

Libro del cobro de miajas

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De esta forma quedó establecida la Cofradía de Mercaderes y Comerciantes bajo el patronato de San Joaquín, en la iglesia del Convento de Santo Domingo, en la calle de Predicadores.

Los fines de la Hermandad, vigentes en la actualidad, eran prestar apoyo moral y material a sus miembros en los casos de aflicción, enfermedad o indigencia y proporcionar auxilios de toda índole a los hermanos vivos o difuntos.

La vida de la Hermandad transcurrió con normalidad hasta 1807, según se recoge en diversos documentos de la Hermandad, como el Libro de Relación de Cuentas Espirituales, quedan los Mayordomos de la Cofradía de San Joaquín.  Año 1653 y sigue adelante o el Libro del cobro de miajas y entradas de cofrades en la Cofradía del Señor San Joaquín de mercaderes comerciantes.  Empieza el año 1795 o el Libro de Actas que contiene las actas de la Hermandad desde el Capítulo General celebrado el 20 de julio de 1796 y que enlaza con los actuales libros de actas.

En el segundo de los libros mencionados, legalizado con el sello de la Corona por 40 maravedíes, vemos cómo en 1798 fueron reformadas las primitivas ordinaciones y sustituidas por otras nuevas, aprobadas por mandato real el 26 de abril de 1800.

Entre 1807 y 1814, años de la guerra de la independencia, no se celebraron Capítulos Generales ni se reflejó ninguna actividad en los libros de actas.

El 6 de junio de 1814 se celebró el primer Capítulo General tras la guerra. En él se dio cuenta del estado en que se encontraba la capilla de la Hermandad, después de haber sido utilizada por las tropas francesas para depósito de pertrechos de guerra, y se decidió cobrar 6 anualidades, que se habían dejado de percibir, para restaurar la capilla, como se hizo.

Pero la Cofradía fue perdiendo esplendor.  Desde 1819 los ingresos disminuyeron y el lugar habitual de reunión, el convento de Santo Domingo, fue sustituido por la casa del mayordomo.

En 1834 se hizo notar que en los últimos años había dificultad para encontrar mayordomo por lo que se autorizó elegirlo entre los hermanos espirituales. Ésta es la última acta de la época, aunque el 18 de febrero de 1838 se publicó una esquela convocando a junta en las Escuelas Pías para tratar del traslado de la capilla a la Parroquia de San Pablo.

Desde esta fecha no hay ninguna noticia escrita de la Hermandad, ni siquiera en el libro de actas, y de ello queda constancia en el mismo libro, en la página siguiente al acta de 1834, donde se constata que todo lo que se sabe de la Cofradía es por relación verbal de D. Manuel Dronda Azcárraga, único cofrade antiguo superviviente y a cuya iniciativa se debe el restablecimiento de la Cofradía, con el título de Hermandad de Comerciantes, bajo el Patronato de San Joaquín.

Este caballero conservaba algunas propiedades de la Hermandad, como la reliquia, el portapaz o algunos documentos.  Además, donó a ésta reproducciones de algunos objetos que se habían perdido, como la lámpara de plata o el tapiz funerario de San Joaquín.

El restablecimiento, que contó con el apoyo del Arzobispado, se produjo en una Junta General celebrada el 24 de abril de 1897, en el Palacio Arzobispal.  Estuvo presidida, en representación del Arzobispo, por el Deán, D. Lázaro Bauluz, y a ella habían sido convocados los comerciantes de Zaragoza.

La Hermandad de Comerciantes se restablecía para favorecer la relación entre los comerciantes y sus dependientes y tratar de resolver dos problemas que preocupaban a las autoridades eclesiásticas: la usura y la falta de cumplimiento de la santificación de los domingos y festivos.

El Deán indicó, en el acto del Restablecimiento, que:

El objeto de la reunión era restablecer la Hermandad, seguro de que con ello se reportarían ventajas indudables, pues se fortalecerán más y más, con los auxilios de la Santa Madre Iglesia, los lazos que existen o deben existir entre los jefes de las casas mercantiles y sus dependientes.  Por otra parte, los temores que una vida eterna infunde a toda persona piadosa, preciso es que se extiendan hasta esas gentes que, faltas de fe cristiana, no encuentran otros placeres que los que produce la usura, llaga que es preciso extirpar y a ello puede contribuir mucho el restablecimiento de la Hermandad.

Por su parte, D. Joaquín González Marco, primer Director Eclesiástico de la Hermandad, hizo énfasis, el día de su toma de posesión, 10 de junio de 1898, en uno de los fines de la Cofradía: Hacer observar la santificación de los domingos y festivos; y en su deseo de que se hiciera algo para lograr (en esas fechas) el cierre de los establecimientos de comercio.

El primer Presidente de la restablecida Hermandad fue D. José Montañés y Blasco.  El nuevo Reglamento fue aprobado el 4 de abril de 1899 por el Arzobispo D. Vicente Alda y Sancho, quien, a su vez, autoriza la elección canónica de la Hermandad en la iglesia de Sta.  Isabel, en la que desde entonces tiene altar propio.  La inauguración oficial tuvo lugar el 19 de junio de 1899 en la iglesia de San Gil (por estar en obras la iglesia de Sta. Isabel).

Reglamento de 1899

En 1938 se creyó conveniente que la Hermandad ampliase su campo de actuación y diese muestra pública de su existencia uniéndose a la procesión del Santo Entierro.  A tal fin se constituyó una sección dentro de la misma Hermandad, dedicada a prestar culto especial a la Virgen de los Dolores, hija del Patrón S. Joaquín.  Esta nueva sección de la Virgen de los Dolores fue iniciativa de D. Miguel Abad Castillo, D. Francisco Ferrer Bergua y D. Esteban Ducay Hidalgo, quienes propusieron al entonces Presidente, D. Manuel Gómez Arroyo, la creación de la misma.

La creación de la sección de la Virgen de los Dolores obligó a la redacción de un apéndice al Reglamento de la Hermandad, que fue aprobado el 12 de abril de 1938 por el Arzobispo D. Rigoberto Doménech y Valls.

La sección surgió alrededor de la imagen de la Virgen de la Soledad, propiedad de la Hermandad de la Sangre de Cristo y obra de Palao. La primera participación procesional, en 1938, tuvo lugar con los hermanos de paisano, portando hachas de cera.

D. Esteban Ducay Hidalgo

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Virgen de los Dolores de Palao

A partir de este año se realizaron la carroza, todavía inconclusa, el manto, la actual imagen de la Virgen de los Dolores (obra de Manuel José Calero), etc

La pujanza de la sección fue tal que, a propuesta de D. Esteban Ducay, se fusionó, en 1949, con la Hermandad, dando lugar a lo que hoy conocemos como Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores.

D. Manuel José Calero Arquellada

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Carroza sin reformar

Gerardo Sancho 1971 Archivo municipal de

Procesión de 1971. Fotografía Gerardo Sancho. Archivo Municipal de Zaragoza.

La Hermandad tiene dos procesiones propias, la de los "Siete Dolores y del Encuentro" y la de la "Soledad". Hasta 2019 participó en el Vía Crucis de la Parroquia de los Dolores y en 2022, procesionó el Lunes Santo, en la procesión extraordinaria del "Recuerdo" con motivo del V Centenario de la Hermandad. También participa en la procesión General del Santo Entierro que organiza la Hermandad de la Sangre de Cristo.

La Hermandad hoy en día goza de gran vitalidad, realizando actividades no solamente en Semana Santa, sino durante todo el año, especialmente de carácter benéfico-social. Posee un órgano propio de expresión, el Boletín Cofrade, que se edita con carácter anual. Tiene sede social propia y su sede canónica sigue siendo la Iglesia de Santa Isabel de Portugal.

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